Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

Evolución vs. Creación

Por MAYKEL REYES LEYVA


El 2009 no es un año cualquiera. Este 12 de febrero celebramos el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, el biólogo británico que cambió para siempre la concepción de nuestra propia existencia y de todas aquellas criaturas que nos rodean.

Después de graduarse en la Universidad de Cambridge, en 1831, Charles Robert Darwin (1809-1882) se embarcó como naturalista para emprender una expedición alrededor del mundo que duraría cinco años. Durante el viaje tuvo oportunidad de estudiar las aguas costeras, medir profundidades e indicar las grandes corrientes oceánicas. Solía abandonar el barco con cierta frecuencia para realizar largas expediciones por tierra y recolectar una enorme cantidad de especimenes.

La travesía sirvió para comprender que era la separación geográfica y las distintas condiciones de vida, la causa de que las poblaciones variaran independientes unas de otras. Así quedaron sentadas las bases de la moderna teoría de la evolución, al plantear el concepto de evolución de las especies a través de un lento proceso de selección natural.

La teoría del evolucionismo no sólo habría de convertir en una celebridad a Charles Darwin, también habría de entrar en contradicción con la teoría del creacionismo que hasta entonces se consideraba como la “versión oficial” del surgimiento de las especies, según la cual la Tierra y cada ser vivo que existe en la actualidad proviene de un acto de creación por un ser divino, debido a un propósito igual de celestial.

El vertiginoso éxito de la teoría de Darwin promovió la reacción adversa de las iglesias cristianas. También reaccionaron, pero positivamente, algunos de los científicos más notables de la época, quienes veían en el darwinismo un importante fundamento para el materialismo filosófico, algo así como una puerta abierta a la refutación de la existencia de Dios. El propio Darwin usó en su correspondencia el término creacionistas para referirse a sus opositores.

El principal problema que durante siglos se ha planteado, es determinar cuál de las dos teorías sería la correcta, pues ninguna de ellas presenta ideas que sean del todo claras y que se conozcan con certeza. De ahí que surjan discusiones sobre cuál es más posible o tiene más pruebas, a pesar de que la ciencia ha adoptado oficialmente la teoría del evolucionismo, que nos enseña que todos los seres vivos de la Tierra han divergido, por descendencia directa, a partir de un origen único que existió hace más de 3 000 millones de años.

Por ende, nuestra propia especie se desarrolló durante los últimos millones de años dentro del grupo de los monos africanos, gracias a un rápido e importante esfuerzo evolutivo. La evidencia molecular sugiere que nuestro último antecesor común con los chimpancés y gorilas vivió hace menos de cinco millones de años.

La evolución quedó establecida como un hecho, no por haber triunfado en los debates entre filósofos o lógicos de gabinete, sino porque unificó miles de observaciones dispares realizadas por anatomistas comparativos, naturalistas de campo, geólogos, paleontólogos, botánicos y (posteriormente) genetistas y bioquímicos. Sin el concepto inclusivo de un mundo en cambio a lo largo de inmensidades de tiempo, no existiría lo que consideramos la ciencia moderna.

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