Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

Extrañas coincidencias sobre Jack el Destripador

Por MAYKEL REYES LEYVA


Con el paso de los años han sido muchos los investigadores que se han lanzado tras la sombra de Jack el Destripador, intentando descubrir su identidad a partir de los avances técnicos que ha tenido la ciencia desde la Inglaterra victoriana hasta nuestros días. El resultado ha sido una larga lista de sospechosos entre los que quizás se encuentre el verdadero asesino, pero no puede ser descartada la probabilidad de que el mismo haya escapado a la vista de estos investigadores, tal y como lo hizo a la policía de Scotland Yard en 1888. Sin embargo, aunque aún no se tiene el nombre definitivo, sí han salido a relucir extrañas coincidencias relacionadas con los crímenes cometidos.

Las cinco víctimas que se le achacan oficialmente a Jack el Destripador son Mary Ann Nicholls, degollada el viernes 31 de agosto de 1888 en Bucks Row; Annie Chapman, muerta y destripada el sábado 8 de septiembre del mismo año en Hanbury Street; Elizabeth Stride y Catherine Eddowes, asesinadas la misma noche del 30 de septiembre en Berner Street y en la plaza Mitre respectivamente, y Mary Jeannette Kelly, descuartizada en su habitación de Dorset Street durante la madrugada del 9 de noviembre del mismo año. Las vacilaciones comenzaron precisamente en la noche del 30 de septiembre, la noche del doble asesinato, y a pesar del tiempo transcurrido persisten en la actualidad. Las dudas giran alrededor de la verdadera identidad de las tres últimas víctimas, pues hoy se sabe que los agentes policiales de la época tuvieron que enfrentarse a serios problemas para conseguir identificarlas. ¿Habrán podido en realidad establecer las identidades de la sueca Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes, además de la de Mary Kelly?

La primera víctima del 30 de septiembre fue Elizabeth Stride, pero los documentos judiciales muestran que en un inicio no se sabía quién era y se le denominó simplemente “la mujer desconocida de Berner Street”. En los días siguientes, varias personas aseguraron que la occisa era Elizabeth Stride, pero las cosas comenzaron a complicarse cuando una tal Mary Malcolm apareció en escena y reconoció a la asesinada con el nombre de Elizabeth Watts, su hermana. La investigación arrojó una serie de curiosas y extrañas coincidencias entre las dos Elizabeth, tantas que el propio juez Baxter, quien era el encargado de aclarar el crimen, tuvo que reconocer que en el proceso de identificación del cadáver existía una cantidad increíble de equívocos, sin contar que ambas tenían el mismo nombre. Las dos mujeres –Stride y Watts– tenían la misma edad, habían sido cortejadas por policías y tuvieron relaciones con marineros, que además tuvieron –ambos– un café en Poplar. Las dos eran apodadas “Long Liz” (La Larga Liz), tenían hijos a cargo de sus maridos o amigos, bebían alcohol y vivían en los albergues del East End. Ambas habían sido acusadas por la Corte del Támesis y habían conseguido escapar al castigo judicial alegando que sufrían ataques de epilepsia, aunque los amigos de ambas aseguraban que eso era mentira. Las dos habían perdido sus dientes frontales y vivían como prostitutas. Además, eran cojas y tenían en el cuerpo marcas de haber sido mordidas por serpientes durante la niñez, además de lesiones o malformaciones en el paladar. Como es de suponer, la duda llevó a los investigadores hasta un callejón sin salida hasta que se presentó en la Corte la verdadera Elizabeth Watts, insultando y amenazando a su hermana. Pero, ¿habrá sido esta mujer la verdadera Elizabeth Watts? ¿No habrá intentado la Stride aprovechar la confusión provocada por las similitudes para evadir la mano del asesino? Lo que sí es seguro es que Mary Malcolm debió ser una mujer muy impresionable, pues llegó a contar a los agentes del orden que a la hora aproximada en la que se supone falleció Elizabeth, ella protagonizó una experiencia de índole extra-sensorial. Cuenta que mientras se encontraba en la cama sintió una tremenda presión en el pecho y escuchó el sonido de tres besos, lo que le hizo sospechar que su hermana había abandonado este mundo de forma violenta.

Por su parte, la segunda víctima de la noche correspondiente al 30 de septiembre, Catherine Eddowes, también trajo curiosos problemas de identidad. El diario Star publicó el 2 de octubre de 1888 que el día anterior una mujer de Rotherhite, un barrio enclavado en la ribera opuesta del Támesis, acompañada de su hijo, se presentó en la comisaría afirmando que la mujer asesinada era su hermana, a la cual no había visto en los últimos años, pero que sabía viviendo cerca de Bishopsgate en compañía de un hombre de apellido Kelly. La policía descubrió que, efectivamente, la pareja de la verdadera fallecida se llamaba John Kelly. La mujer de Rotherhite supo que la muerta era su hermana desde que leyó en la prensa que la difunta tenía en su brazo un tatuaje con las iniciales T. C. y que entre sus pertenencias se había hallado un resguardo de empeño a nombre de Mary Kelly. Este fue el primer testimonio que identificaba a la occisa, por lo que se le concedió una alta credibilidad. No obstante, intentando evitar cualquier error se tomó la decisión de que un policía acompañara a la mujer hasta la casa de su hermana. Para sorpresa de ambos, fue la propia “muerta” quien les abrió la puerta.

El último ejemplo es, quizás, el más extraño de todos. Dos testigos vieron a Mary Kelly, la última víctima de Jack, caminando por Dorse Street pocas horas después de su asesinato. Este hecho en particular ha llevado a muchos investigadores a asegurar que Mary Kelly no había sido la asesinada en Miller's Court, aunque en la época sólo se pensó que los testigos habían visto en realidad al fantasma de Mary Kelly o, en el mejor de los casos, a su doble. Diferente a los hechos anteriores, Mary es la única mujer asesinada por Jack en el interior de un edificio. Su cadáver estaba tan mutilado que se hacía difícil su identificación. Sólo el cabello y los ojos podían arrojar una pista de quién había sido en vida, y esto ha venido a defender la hipótesis de que aquellos restos no eran los de Mary Kelly.

Pero aquí no terminan los misterios. Caroline Maxwell aseguraba haber visto salir de Miller's Court a Mary Kelly a las ocho y treinta de la mañana e, incluso, que había intercambiado unas palabras con ella, precisamente cuando el informe forense indica que Mary Kelly había sido asesinada hacia las cuatro de la madrugada de ese mismo día. Caroline afirmó en su declaración que la había visto muy alterada y que la propia Mary le había confesado que no se encontraba bien. Es más, Caroline aseguró que Mary la llamó por su diminutivo, Carrie, el cual sólo conocían algunos allegados. Más tarde, Caroline volvió a encontrar a Mary charlando junto al pub Britannia, uno de los tres que existían en Dorset Street.

Maurice Lewis, sastre de profesión, hizo una declaración bastante semejante a la de Caroline. Según su versión, hacia las diez de la mañana, al salir del patio interior de Miller's Court, donde se encontraba la habitación de Mary, y llegar a la calle Dorset, se dirigió al pub Britannia y allí encontró a Mary Kelly en compañía de un desconocido.

A pesar de las festividades que se celebraban ese día en Londres, pronto se difundió la noticia de la muerte de la joven de 25 años. La prensa reportó disturbios entre los espectadores, pues muchos de ellos dudaban de su muerte. Tanto así que uno de ellos fue golpeado y detenido por la policía, pues, indignado, el hombre no cesaba de jurar que hacía sólo unos pocos minutos había visto a Mary Kelly entre esa misma multitud festiva.

Si tomamos como verdaderos esos testimonios, es muy posible que Mary Kelly no fuera en realidad la mujer asesinada. Pero lo cierto es que el pequeño cuarto de tres por cuatro donde sucedió el terrible asesinato, se convirtió a partir de ese día en la habitación del pánico hasta que el edificio fue demolido en 1925. Y es que cuatro personas murieron asesinadas en sus inmediaciones en los años posteriores. Justo encima del cuarto ocupado por Mary Kelly, Kate Marshall asesinó a su hermana Eliza a cuchilladas, en 1898. En 1901, Mary Ann Austin fue asesinada de diez puñaladas en el abdomen en el número 35 de la calle Dorset. En 1909, una joven de 24 años llamada Kitty Ronan, apareció degollada en el mismo cuarto donde Kate Marshall había asesinado a su hermana. A pesar del tiempo, el East End News publicó la noticia con el siguiente titulo: Nuevos Crímenes del Destripador. El cadáver había sido encontrado por el amante de Kate, Henry Bensted, en una postura muy semejante a la que tenía Mary cuando fue hallada. “Se encontró a la difunta yaciendo en la cama sobre su espalda, con la cabeza orientada hacia la izquierda”, escribió en su informe el doctor John Clarke. Días después, un marinero confesó haber sido él el autor del crimen. El 10 de junio de 1914 el Times informó sobre el asesinato de Jeannette Williams en Miller's Court. Su asesino, Joseph Carson, de 65 años de edad, se entregó voluntariamente a la policía.

Otro dato curioso: todas las víctimas de Jack tenían un apodo o “nombre de guerra”. Mary Ann Nicholls era conocida como Polly Nicholls, Annie Chatman era La Morena, a Elizabeth Stride la conocían por La Larga Liz, Catherine Eddowes tenía varios sobrenombres: Kate Conway, Kate o Mary Kelly; y Mary Jeannette Kelly era Black Mary. Si no se han percatado aún, uno de los alias de Catherine era Mary Kelly, el mismo nombre de la última víctima de Jack.

En 1892, Kathleen Blake, una prestigiosa corresponsal del diario canadiense Toronto Mail, viajó a Londres para conocer el barrio donde habían tenido lugar los crímenes de Jack el Destripador. En Miller´s Court entrevistó a una tal Lottie, quien en ese instante habitaba el cuarto donde murió Mary Kelly. Kathleen Blake descubrió, con horror, que las paredes de la habitación todavía estaban manchadas de sangre. Lottie le contó que días antes de ser asesinada, Mary le había comentado que estaba muy asustada porque había soñado que un hombre la asesinaba. Sus propias palabras fueron: “Puede que sea la próxima, Jack está actuando en este distrito”.

Tom Cullen, en su obra Otoño de Terror, recopiló una leyenda urbana relacionada con Miller´s Court, según la cual en un muro era visible la huella de una mano ensangrentada. Según los testigos, esta huella nunca se borraba y la gente pagaba a los habitantes de la zona para que se la mostrasen.

Miller's Court era un albergue para gente pobre. En él habían vivido varias de las víctimas de Jack. Pero hoy ni Miller´s Court ni Dorset Street existen. Desaparecieron en 1925 con el objetivo de ampliar el mercado de Spitalfields. Actualmente en el solar hay un parking privado. Lo más curioso de todo es que en pleno siglo XXI, los crímenes del Destripador continúan sin un responsable y la historia ya ha sido olvidada por los londinenses.

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