Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

Jack el Destripador: Desde el Infierno

Por MAYKEL REYES LEYVA



En el 2008 se cumplieron 120 años de los crímenes cometidos por Jack el Destripador, famoso no sólo por la brutalidad de sus asesinatos, sino también porque fue capaz de dar jaque mate a la joven policía de Scotland Yard al poner en evidencia sus carencias. Más de un siglo después, las nuevas tecnologías aseguran que en la actualidad sus crímenes no hubieran quedado impunes.

Mary Ann Nicholls fue asesinada la noche del miércoles 30 de agosto de 1888. A las 3:45 a.m., un cochero la descubrió junto a una verja en Buck's Row. En un principio creyó que se trataba de una lona, pero al darse cuenta de que era una mujer, corrió a buscar a la policía. Pocos minutos después regresó acompañado, pero en ese tiempo otro agente había encontrado el cuerpo e hizo sonar su silbato. Fue entonces cuando acudió el doctor Llewellyn, quien aseguró que la occisa llevaba muerta apenas media hora como consecuencia de dos profundos cortes en la garganta que casi la decapitaron.

Para evitar que cundiera el pánico, la policía decidió no examinar el cadáver de Nicholls en plena calle (primer error); en cambio, se apresuraron a lavar el pavimento antes de cualquier examen pericial (segundo error). Al frente de la investigación quedó el detective Frederick G. Abberline, ejemplo de profesionalidad, quien reconoció que aquel hombre “no dejaba la menor pista”. La prensa dijo entonces que el crimen parecía ser un acto cometido por una banda de jóvenes violentos que andaban por el barrio.

Annie Chatman fue hallada pocos días después, en la madrugada del viernes 8 de septiembre de 1888, a las 5:55 a.m. El cadáver apareció en el patio interior del número 29 de la calle Hanbury. En el lugar de los hechos se presentaron el inspector Joseph Chandler y el doctor George Phillips. La multitud aterrorizada gritaba: ‛¡Han matado a otra mujer!’, y los diarios no demoraron en hacerse eco de esta noticia. El primer sospechoso, el zapatero judío John Pizer, fue apresado y puesto en libertad casi de inmediato, al quedar demostrada su inocencia. Gracias al delantal de cuero que se encontró cerca del cadáver y a las declaraciones de algunas prostitutas que aseguraban haber sido agredidas habitualmente por un hombre que lo usaba, el asesino se ganó su primer apodo: Delantal de Cuero.

El 24 de septiembre, el comisario sir Charles Warren recibió una misiva donde el autor se autodefinía como un asesino atormentado y amenazaba con llevar a cabo más crímenes. La carta no proporcionó ninguna pista, pero este fue el momento en que la policía cometió su tercer error, al ofrecerles la carta a los periódicos con la esperanza de que alguien reconociera la letra y se los comunicara, sin ni siquiera estar seguros de que la misiva fuera realmente de la autoría del asesino.
Esta primera carta se conoce con el nombre “Querido Jefe”. Muchos investigadores están convencidos de que esta primera misiva sí fue escrita por Jack el Destripador, así como las demás que comenzaban con la misma frase. Las restantes ―la mayoría―, se les atribuyen en la actualidad a unos emprendedores periodistas. La policía cometió la falta de publicar reproducciones de las cartas en panfletos y periódicos, sin embargo, sólo consiguieron extender el terror en la población. A raíz de esto se recibieron centenares de mensajes más y se asumió que todos habían sido escritos por el Destripador (cuarto error).

Luego del asesinato de Annie Chatman, se decidió crear un Comité de Vigilancia. Esta fue la quinta falta. Las calles se llenaron de personas que, al parecer, estaban dispuestas a atrapar al asesino, pero nadie sabía a ciencia cierta a quién buscaban. Para rematar, se le puso un precio a la cabeza del Destripador y esto provocó que entre los mismos vecinos, todos hundidos en la más absoluta miseria, se delataran unos a otros con la esperanza de cobrar el dinero. En resumen, se generó un caos incontrolable.

Más tarde, en la noche del 29 de septiembre de 1888, apareció el cadáver de Elizabeth Stride. Su cuerpo fue hallado a la 1:00 a.m. Media hora después, Catherine Eddowes fue encontrada muerta. Las autopsias de ambas revelaron que el criminal aumentaba progresivamente su brutalidad. En las escenas no se encontraron pistas, ni armas, ni carteras, ni ningún rastro significativo. Lo único que se halló fue un letrero escrito con tiza en una pared que decía: No hay por qué culpar a los judíos.
Bajo el letrero se descubrió un trozo de tela empapado en sangre, presumiblemente de Catherine. El comisario Warren ordenó borrar el letrero para evitar que el miedo despertara recelos en la comunidad judía que habitaba la zona. La orden impidió fotografiar el texto para cotejar la letra con las cartas que seguían llegando a los periódicos (sexto error).

La policía lo creyó una falsa pista dejada por el asesino e intentó evitar problemas con los judíos. Sin embargo, caben dos posibilidades. La primera, que en realidad fuese una pista dejada por el asesino queriendo obstaculizar la investigación o pretendiendo burlarse de la incapacidad policial. La segunda, bien pudo ser una pista dejada por el asesino, pero para nada falsa. Después de todo estaba jugando con la policía y quizás, al ver que los pobres infelices no avanzaban ni un paso, quiso arrojarles algún hueso para que fueran royendo.

La noche del 8 de noviembre de 1888, fue hallado el cuerpo de Mary Jeannette Kelly. Esa noche había sido de luna nueva (llama la atención que el primer asesinato, así como la noche del doble homicidio, la luna haya estado en cuarto menguante. Por otra parte, en las noches correspondientes al segundo y quinto asesinatos, había luna nueva. Esto indica que el asesino escogía noches oscuras para llevar a cabo sus crímenes) y era un lunes previo a un martes festivo. Apareció muerta en el número 26 de Dorset Street. Abberline sufrió una gran conmoción al ver que nuevamente había fallado y que otra víctima se sumaba a la lista de Jack el Destripador.

A Muchos les extrañó que la nueva víctima fuera encontrada bajo techo. Quizás por la fuerte vigilancia existente en las calles, Jack se decidió a cometer este crimen en el interior de una habitación. Una vez más, los agentes de Scotland Yard no tuvieron ninguna pista. Sólo pudieron interrogar a los vecinos y realizar la autopsia del cuerpo de la joven. Según el forense, el cadáver llevaba 12 horas sin vida. Se encontró a las 11:00 a.m.

Tras todos estos asesinatos y la falta de respuesta por parte de la policía, resultaba lógico que muchos pensaran que en realidad Scotland Yard había ocultado pruebas que inculpaban a importantes personalidades del Gobierno. Si esto fuese real, ése hubiese sido el mayor error de la policía.

Recientemente se realizó un retrato-robot de Jack el Destripador a partir de la descripción que en su momento dieron los testigos. La foto apareció publicada en todos los periódicos del mundo. Por fin, Jack el Destripador tenía rostro. Sin embargo, la foto no dice nada sobre el nombre del misterioso personaje.

Para rematar, el fantasma de Jack hace un nuevo intento de escapar de la justicia y para ello vuelve a ser noticia. Hace pocos días el historiador estadounidense Andrew Cook, autor del libro Caso cerrado, concluye que el famoso asesino en serie no fue más que el fruto imaginario de un puñado de periodistas. Agrega que los cinco asesinatos cometidos no podían ser perpetrados por la misma persona y, de paso, excluyó definitivamente a Jack de ser el autor de otros seis crímenes que desde hacía tiempo los investigadores habían dejado de achacarle. Toda su hipótesis se sustenta en una entrevista que en su momento dio a la prensa el policía cirujano de la división policial de Whitechapel, Percy Clark, donde dijo: “Mi impresión es que un hombre fue el responsable de tres de los cinco crímenes: Pero yo no diría que fuera el autor de los otros dos”.

Otra de las pruebas aportadas por Cook es el discurso pronunciado por el comisario Thomas Arnold en ocasión de la cena de su jubilación, en el que insinuó que nunca creyó que Mary Nelly fuera víctima del “Señor Destripador”.

De cualquier modo, la idea de un asesino en serie ya había sido asimilada por la comunidad con la ayuda de los reporteros del diario Star, que, gracias a la historia, incrementaron la tirada del tabloide hasta unos 232 000 ejemplares. Cook refresca la memoria al señalar que fue precisamente el Star el que inventó la teoría del asesino en serie, mucho antes incluso de que la policía tuviera en cuenta esa teoría. De hecho, Cook apunta que fue el Star el diario que fabricó la célebre carta que comienza con el escalofriante “Querido Jefe” y donde el destripador se jacta de sus presuntos crímenes. No complacido con ello, Andrew Cook hizo que la misiva fuera examinada por un experto calígrafo, quien determinó que la letra pertenecía a Frederick Best, uno de los periodistas del Star.

El libro de Cook no parece haber puesto punto final al debate y sólo ha servido de alimento para la leyenda. La verdad es que, aunque nunca pudieron atrapar a nadie, sobraron sospechosos. Algunos de ellos quedan descartados gracias a las nuevas investigaciones. Pero otros se mantienen en la lista negra, pues bien pudieron haber sido Jack el Destripador.

July 20, 2009

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