Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

Los mil rostros de Jack el Destripador

Por MAYKEL REYES LEYVA


Ahora los investigadores se esfuerzan en negar su existencia y pretenden borrar de la memoria colectiva lo brutal de sus crímenes. Aseguran, incluso, que vio la luz gracias a la idea de un grupo de periodistas que trabajaban para aumentar las ventas de su periódico. Pero la historia real cuenta algo bien distinto.

Tal vez no sea tanto lo sanguinario de sus crímenes, como el hecho de que nunca se haya conocido su identidad, lo que terminó por convertir a Jack el Destripador en una leyenda, un mito que ha sobrevivido sin manchas más de cien años. Miles de libros, artículos, películas, de autores considerados "destripadólogos", se han afanado en tratar de darle un rostro al misterioso asesino de Whitechapel, pero jamás se ha pasado de la simple hipótesis. En cambio, viendo su historial, no parece extraño que percibamos en Jack a una persona de gran inteligencia, con una educación elevada, incluso quizás de clase alta.

Todo parece indicar que el asesino de las riveras del Támesis poseía algún trastorno de la sexualidad o un trastorno mental que lo condujera a ser compulsivo y a mostrar con creces su obsesión a la hora de llevar a cabo sus crímenes. Su afán de reconocimiento demuestra que era una persona insegura y llena de complejos. En la época actual hubiera sido denominado “asesino mediático”, gracias a su interés por aparecer en los medios de comunicación de su tiempo. Al decir de José Luis Zárate Herrera: “Los medios de comunicación del siglo pasado (siglo XIX) no sabían qué opinar de ese hombre, todos estaban de acuerdo que era un monstruo, pero era difícil definir la personalidad de alguien capaz de abrir un vientre de tajo y hurtar un feto, y adornar con cuidado una ventana usando las entrañas.”

En la época existieron muchas sospechas aunque ninguna fue demostrada. La primera recayó en el zapatero John Pizer, quien tuvo que ser puesto en libertad por carecer éste de conocimientos médicos.

El Sunday Dispach publicó una nota donde informaba que el crimen de Mary Anne Nicholls fue cometido por una banda de jóvenes violentos que andaban por el barrio. Durante varios días la supuesta banda estuvo en la punta de la mirilla.

En su momento los asesinatos le fueron atribuidos también a un maníaco con sed de venganza que, tal vez por padecer de alguna enfermedad venérea, se lanzó a eliminar a cuantas rameras se encontraba. Una de las tesis manejadas apunta hacia un médico militar ruso que, en 1888, trabajaba cerca de los barrios del Este de Londres, y que era conocido por varios nombres: Pedachenco, Konovalov, Ostrog… Al parecer Michael Ostrog procedía de París, ciudad que había abandonado porque la policía sospechaba que era el autor de un asesinato cometido contra una grisette parisiense, utilizando incluso el mismo método salvaje que empleara Jack con posterioridad. El ruso desapareció de Londres y terminó sus días en un manicomio de San Petersburgo, donde se suicidó un 9 de noviembre, luego de haber asesinado a una mujer en 1891.

Otro de los sospechosos fue un médico norteamericano llamado Francis Tumblety, considerado por todos un charlatán de marca mayor, quien fue arrestado en el momento de los asesinatos por comportarse en forma indecente en público. Tumblety fue relacionado con los crímenes de Jack porque solía coleccionar órganos femeninos. Muchas de las víctimas de Jack fueron mutiladas y algunos de sus órganos desaparecieron.

La más controvertida de las hipótesis fue que Jack no era otro que Edward, duque de Clarence, hijo del rey Eduardo VII, que murió, a los 28 años, justamente luego de esta serie de asesinatos. Era de conocimiento público que el duque gustaba de la cacería del ciervo, con todo su sanguinario ritual. Solía vestir elegantemente y frecuentaba lupanares. O sea, que no parecía imposible su otra identidad. La causa oficial de su muerte fue: "neumonía". Aunque en verdad se comentó que había muerto de sífilis en una clínica privada cerca de Ascott. Contra esta teoría se ha argumentado que el Príncipe Alberto no estaba en Londres en al menos dos de las fechas de los asesinatos, sino en Escocia. Sin embargo, la leyenda muestra al asesino vestido con capa y sombrero de copa. En realidad, alguien así no hubiera pasado desapercibido en Whitechapel. Lo más probable es que fuese un hombre vestido con ropa sencilla. También se manejaron las teorías que involucraban en los asesinatos a los judíos y los masones. Pero en verdad se sospechó de casi todo el mundo.

Trevor Marriot, un ex detective que durante diez años se dedicó a investigar por su cuenta los crímenes del Destripador, planteó como resultado final del caso que no existió un solo Jack, sino dos Jacks, y alegaba en su favor que resultaba imposible que un mismo asesino matara a dos mujeres en dos lugares distintos con una diferencia de apenas doce minutos, como fue el caso de Elizabeth Stride y Catherine Eddowes, asesinadas el 30 de septiembre de 1888. "Es altamente improbable que el asesino se haya detenido después del primer asesinato a dar muerte a otra víctima, en un lapso tan breve", afirmó Marriot.

El estreno de la película Desde el Infierno (2001), protagonizada por Jhonny Deep y en la cual se reproduce con increíble realismo el ambiente de miseria dominante en Whitechapel, renovó el interés por el tema manejando la teoría de una conspiración en la que estuvieron implicados la familia real y los masones para ocultar la identidad del asesino. En la trama se sugiere que la investigación de los crímenes fue entorpecida por una conspiración del alto Gobierno. Esta idea fue esbozada por primera vez en 1976, en el best-seller Jack el Destripador: La solución final, de Stephen Knight, quien plantea que Mary Jeanette Kelly —junto a otras prostitutas del East End— trató de extorsionar a la familia real con la información de que el príncipe Alberto, nieto de la reina Victoria, se había desposado con la católica Annie Crook. El primer ministro se alarma y le encomienda a sir William Gull, médico de la realeza, que silenciara a las prostitutas, sin imaginar siquiera la atrocidad de los hechos que iban a cometerse.

Un abogado de 40 años nombrado Montague John Druitt, fue otro sospechoso que se tuvo en cuenta. John Druitt trabajó como profesor en una escuela privada desde 1881 hasta el 19 de noviembre de 1888, en que fue despedido. Dos días después desapareció y su cuerpo fue hallado el 31 de diciembre de ese mismo año, en el Támesis, con piedras en los bolsillos. Todo indica que fue un suicidio. Al parecer, su madre había tenido que ser ingresada en un psiquiátrico unos pocos días antes, y a esto se sumaba que en su familia ya existían antecedentes de enfermos mentales. En la nota que encontró su hermano, Druitt decía que sentía cómo poco a poco padecía lo mismo que su madre y que lo mejor era no seguir ensuciando el nombre de la familia. Sin embargo, aunque sospechoso, tenía una buena coartada para el día de la muerte de Annie Chatman. El crimen se había cometido a las 5 y 45 de la mañana. La policía consideró improbable que Druitt hubiese cometido el asesinato, se hubiese ido a cambiar la ropa ensangrentada y hubiese regresado a Blackheath para jugar un partido de críquet a las 11 y 30 de la mañana, como demuestran las investigaciones realizadas. Pero recordemos que, al parecer, el asesino solía estrangular a sus víctimas desde atrás y ya en el suelo era cuando procedía a destriparlas, evitando de esa manera salpicarse de sangre.

Otro sospechoso fue el Dr, T. Neill Cream, médico especializado en abortos. Nacido en Escocia en 1850 y educado en Londres. Ejerció su profesión en Canadá, Chicago e Illinois, Eestados Unidos. En 1881 fue hallado responsable de la muerte por envenenamiento con estricnina de varios de sus pacientes de ambos sexos. Fue él mismo quien pidió un examen de los cuerpos, ya que no había sospechas de asesinato, en un intento de llamar la atención sobre sí mismo. Encarcelado en la Penitenciaría del Estado de Illinois, fue liberado el 31 de julio de 1891 por buena conducta. Trasladado a Londres, reinició sus actividades criminales y se le detuvo. Fue colgado el 15 de noviembre de 1892. Sus últimas palabras, según el verdugo, fueron: " Yo soy Jack...", justo cuando se abría la trampilla. Obviamente, no pudo cometer los crímenes de 1888, pues en ese entonces se encontraba en prisión, pero algunos teorizan con que tenía un doble.

Uno de los sospechosos de moda fue Aaron Kosminski, tras establecerse junto con M. J. Druitt y el médico ruso Ostrog, como uno de los tres incluidos en el Memorandum de sir Melville Macnaghten (ex-Comisario Adjunto del Departamento de Investigación Criminal de Scotland Yard). Aaron era un paciente psicótico, judío de origen polaco, que podría haber sido visto por uno de los testigos que posteriormente lo reconoció. En nuestros días ha sido donado al Museo Negro de Scotland Yard un ejemplar de las memorias del Comisario Adjunto del CID en la época de los asesinatos, sir Robert Anderson, en el que el Inspector Jefe Donald Swanson había escrito unas notas al margen del apartado en el que éste establecía que el Destripador era un judío polaco... En las notas manuscritas por Swanson se añadía "Kosminsky era el sospechoso".

Severin Klosovski (alias George Chapman); fue el sospechoso favorito del Inspector Abberline. Este sujeto era un inmigrante polaco, con estudios de cirugía en su país. Sus características le convertían en un buen candidato a ser un psicópata y se sabe que estuvo en la zona en 1888 trabajando como barbero y que después fue un asesino en serie de tres mujeres, aunque usando un modus operandi distinto (envenenamiento) y con sus propias parejas, lo cual parece alejarlo del asesino mutilador de desconocidas. Fue ahorcado en 1903.

Roslyn D’Onston Stephenson, es el sospechoso relacionado con la hipótesis de los asesinatos rituales y la Magia Negra. Stephenson era un cirujano militar, gran interesado en la magia y el ocultismo, que tenía cerca de 50 años en la época de los asesinatos. Bebedor y jugador, su apodo en el juego era “Sudden Death”.

Otra hipótesis asegura que Jack el Destripador fue la pareja de Mary Kelly: Joshep Barnett. La habitación de Mary se encontraba cerrada por dentro, por lo que la policía tuvo que derribar la puerta. La única llave existente la tenía su novio. Todas las prostitutas asesinadas conocían a Mary, por lo que también es muy probable que conociesen a su pareja. Esto facilitaría el hecho de que Joseph se pudiera acercar a ellas sin levantar sospechas. Según el propio Joseph, él quería alejar a Mary de la prostitución. Esto daría un motivo. ¿Qué mejor manera de alejarla que provocándole miedo? ¿Y qué mejor manera de provocarle miedo que asesinando a sus colegas? Sin embargo, puede que las cosas se hayan escapado de las manos cuando Joseph descubrió que Mary Kelly era lesbiana y que pretendía dejarlo por otra prostituta.

Patricia Cornwell, en su libro Retarto de un asesino. Caso cerrado, plantea la hipótesis de que el asesino fuera Walter R. Sickert, el famoso pintor impresionista inglés. Pero lo cierto es que las únicas pruebas que Cornwell tiene contra Sickert son puramente circunstanciales. Una de ellas es que el pintor tenía 28 años cuando Jack el Destripador comenzó a matar y los estudios demuestran que la mayoría de asesinos en serie llevan a cabo su primer asesinato entre los 25 y los 30 años. Tras cometer el crimen, el asesino se esfumaba vertiginosamente, desvaneciéndose sin dejar el más mínimo rastro. Y eso es algo que a Sickert no le habría costado trabajo conseguir, pues el artista tenía tres estudios secretos en el East End londinense y una gran fascinación por el disfraz, así como por los bajos fondos londinenses, hechos que ya provocaron en su época alguna habladuría. Pero la prueba más contundente de la culpabilidad del pintor se encuentra en sus cuadros. Según la novelista, los lienzos pintados por Walter Richard Sickert guardan una espeluznante similitud con las imágenes post mortem de las víctimas de Jack el Destripador. En 1908, 20 años después de los crímenes, Sickert pintó una serie de cuadros inspirados, según él, en el asesinato de una prostituta en Candem. Pero, según la novelista, Sickert nunca pintaba nada que no hubiera visto con sus propios ojos y no tenía forma de saber el aspecto de aquellas mujeres si él mismo no hubiese estado allí. Además, tenía un perfil psicológico similar al de muchos criminales: tuvo una infancia difícil y su padre era un hombre abusivo. Debido a un problema físico, era estéril y tenía una disfunción sexual severa, hechos que podrían explicar el comportamiento de Jack el Destripador.

Otro de los sospechosos que ha salido a la luz a partir de 1999 fue Lewis Carroll, famoso por su novela: Alicia en el país de las maravillas, pues se decía que en su poema Jabberwocky estaba escrita una declaración hecha con anagramas. Esta desconcertante teoría la lanzó en su libro Richard Wallace, un investigador que se dio a la tarea de intentar descubrir quién era Jack el Destripador. Según Wallace, en el susodicho poema Carroll anticipaba los asesinatos, nada más y nada menos que 16 años antes, aparte de incluir en el mismo muestras identificatorias que luego aparecieron en las víctimas. Otro detalle es que, según Wallace, Lewis Carroll no tenía coartada para las noches de los eventos. Se sabe, además, que Carroll era un fanático empedernido a los acertijos, de las matemáticas, un ajedrecista contumaz, un buen fotógrafo, un aparente misógino, un pedófilo perverso y un gran prestidigitador (de hecho, Lewis Carroll ni siquiera era su nombre original).

Por la misma cuerda viene otro afamado novelista y también recientemente incluido en la lista de sospechosos. Me refiero a Julio Verne, escritor francés, famoso por novelas como Viaje al centro de la Tierra. Una concienzuda investigación a través de toda la obra del escritor demuestra una extraña afinidad entre Julio Verne y Jack el Destripador. Se sabe que Verne viajó por Gran Bretaña y Londres a pesar de su fobia y aborrecimiento por los ingleses, a quienes insulta frecuentemente en su obra. A través de personajes como el capitán Nemo, un cipayo hindú detractor de los ingleses, Verne demuestra su antipatía hacia éstos. Pero no sólo lo hace a través del capitán Nemo, sino también mediante el personaje real Nana Sabih, quien masacró a 800 mujeres británicas en la colonia inglesa de la India, y a quien Verne venera e inmortaliza en su novela La casa de vapor.

Pero, además, podemos encontrar a Juan (Jack) Sin Nombre, quien odia a los ingleses hasta rayar en el canibalismo, que aparece en el relato Familia sin nombre; Jack Lindsay, un homicida que llega desde Estados Unidos a Londres para asesinar a dos mujeres, que aparece en la novela La Agencia Thompson y Cía.; el enigmático Jack Zermatt, de la novela Segunda patria; Jack “el Piper”, quien lleva una vida misteriosa entre las cavernas y minas de Gran Bretaña, en el relato Las indias negras; Jacques, el caníbal solapado que odia a los ingleses y que sueña con llevarse a la boca un trozo de mujer, personaje del relato Viaje maldito por Inglaterra y Escocia; Jackel Serno, personaje que provocó una demanda contra la casa editorial Hetzel y que aparece incluido en el relato El piloto del Danubio; y el protagonista de La asombrosa aventura de la misión Barsac, nombrado Harry Killer, un alcohólico dedicado al crimen y el asesinato en Londres, quien luego de estrangular a seis personas huye de Londres hacia una colonia francesa, burlándose de Scotland Yard. En su relato La jornada de un periodista en el año 2889, escrito en 1888, está ambientada en el futuro pero está lleno de alusiones a Jack el Destripador.

En los escritos anteriores a 1863, encontramos a un Verne decepcionado de la vida, del amor, de la humanidad, del progreso, de la familia, de las relaciones sociales... Al darse cuenta que nadie pagaba para leer obras donde se alababan el mal y la muerte, decidió trocar su desesperanza y pesimismo en esperanza y optimismo, llegando a alcanzar la fama universal que siempre soñó. Sin embargo, Verne es optimista por necesidad, no por convicción, y en su novela París en el siglo XX se puede hallar un retrato exacto del verdadero Julio Verne.

Verne vivió, además, con un profundo temor y odio por la figura paterna, odio que al no poder manifestar abiertamente contra su padre, lo proyectó contra la sociedad inglesa. Por ello, casi toda la obra de Verne está llena de anglomaníacos que sueñan con la destrucción de Londres e Inglaterra. A esta infancia traumática debemos sumarle el rechazo que recibió de Carolina Tronson, la única mujer que amó en su vida, hecho que terminó volviéndolo un misógino empedernido. De hecho, culpaba a las mujeres de todas las tragedias que ha pasado la humanidad. Además, a lo largo de toda su obra realiza una defensa sistemática y solapada del canibalismo.

El 15 de enero del 2007 se lanzó una nueva teoría al ruedo. En ella se incluye el nombre del policía de la ciudad de Londres James Harvey como uno de los posibles sospechosos de haber cometido los crímenes. Este policía fue detenido en 1889 y llevado en secreto a un hospital psiquiátrico, donde murió en 1891.

Arthur Conan Doyle, autor del famoso personaje Sherlock Holmes, defendía la hipótesis de que Jack el Destripador era una mujer y que por esa razón había conseguido escapar a la policía. La asesina, disfrazada de hombre, se paseaba por las calles de Whitechapel, cometía sus crímenes y luego sólo tenía que quitarse el disfraz para escaparse frente a las propias narices de la policía sin levantar sospechas. Al decir de algunos investigadores, todos los hechos indicaban que el asesino era en realidad una mujer, pero la policía se empeñó en buscar a un hombre. Por ejemplo, ninguna de las víctimas fue violada ni se encontró semen en la escena de los crímenes, sin embargo, los investigadores, estúpidamente, dedujeron que el asesino era impotente. Por las cuchilladas dedujeron que el asesino era zurdo, sin analizar la posibilidad de que fuese una mujer la que las hubiese asestado. Dedujeron que el asesino era alguien conocido, lo cual hacía que las víctimas se fueran con él sin que mediara el más mínimo rechazo, sin pensar que la confianza partía, precisamente, de que el asesino era una mujer y por eso ellas no recelaban. Por último, los videntes de la época, incluyendo a Arthur Conan Doyle, quien era espiritista, decían que el asesino era un hombre de dos rostros.

Sin embargo, todas las hipótesis señaladas hasta ahora parecen haber estado equivocadas. Las últimas investigaciones han arrojado una nueva luz sobre los crímenes del Destripador. Una historia tras los asesinatos que al parecer nadie sospechaba. En 1991, Michael Barret, de Liverpool, dio a conocer un Diario con apariencia antigua, al que le faltan las páginas iniciales. Lo increíble de este caso es que el manuscrito está firmado por Jack el Destripador.

El autor del Diario fue un hombre nombrado James Maybrick, un comerciante de algodón nacido en 1838, el tercero de siete hermanos, y quien hubo de morir el 11 de mayo de 1889, a los 49 años de edad.

El controvertido Diario de James Maybrick es un libro de apariencia antiguo, de colores negro y dorado, encuadernado en piel. Las primeras cuarenta y ocho páginas han sido cortadas con un cuchillo. Se notan las marcas del cuchillo en la parte inferior de las primeras páginas restantes, así como en el borde inferior interno de la cubierta trasera. Sin embargo, en las sesenta y tres páginas que quedan, una caligrafía descuidada relata hechos que pueden calificarse de espeluznantes. Esta caligrafía, sometida al análisis de múltiples expertos, muestra el perfil de una persona con notables desequilibrios psicológicos y con trastornos de doble personalidad. Durante la lectura del Diario pueden percibirse los cambios de humor por los que atravesaba James Maybrick según las diferentes circunstancias. Pero lo verdaderamente llamativo del manuscrito es que contiene datos que no fueron conocidos públicamente hasta 1984, una serie de informaciones exclusivas que sólo conocían Jack y la policía, y que por tanto jamás fueron publicadas en libro alguno.

El Diario no muestra contradicción alguna entre lo que se sabe de la vida de James Maybrick y lo que se conoce de los crímenes de Jack. De hecho, las evidencias sólo hacen reforzar el vínculo existente entre uno y otro. James conocía a la perfección el distrito de Withechapel, y no le era ajeno el trato con las rameras. Nada indica que se encontrara en otro lugar en el momento de los crímenes de Jack el Destripador. De hecho, Maybrick tenía el motivo, el método y la oportunidad para llevar a cabo tan horrendos asesinatos. Incluso, un dibujo publicado el 6 de octubre de 1888, en el Daily Telegraph, y realizado gracias a las descripciones obtenidas de testigos ocasionales, muestra el rostro de un hombre increíblemente parecido al James Maybrick de esa época. Para mayor convicción, el Diario termina diciendo: Doy mi nombre para que todos sepan de mí, así la historia contará qué puede hacer el amor con un hombre tranquilo de nacimiento. Suyo de verdad, Jack el Destripador.

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