Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

martes, 21 de septiembre de 2010

Raymond Chandler: El policíaco como arma

Por MAYKEL REYES LEYVA



Soldado, empleado de banco, periodista, ejecutivo de una empresa de petróleos, guionista, escritor... Norteamericano, británico... Alcohólico, suicida frustrado... Así de movida fue la vida de Raymond Chandler (1888-1959), un narrador formado en lo más oscuro de la vida y dueño de un ingenio cáustico que le otorgó a la novela negra la dignidad literaria que no había conocido hasta entonces.

Cuentan que tras el divorcio de sus padres fue llevado a vivir a Inglaterra, lugar en el que recibió una fuerte formación intelectual. Tuvo la oportunidad de viajar por Francia y Alemania entre los años 1905 y 1907. Cuando trabajaba para la empresa de petróleos, lo expulsaron por acosar a las secretarias. Para cuando decidió retornar a Estados Unidos, ya tenía publicados veintisiete poemas y su primer relato: The Rose Leaf Romance, y también había participado en la Primera Guerra Mundial.

Ya en California, se casó con Pearl Cecily Bowen, una mujer dieciocho años mayor que él. Estuvieron casados casi treinta años, hasta la muerte de ella acaecida en 1954. Nunca tuvieron hijos. Ante su incapacidad para mantener un trabajo fijo, Chandler decidió dedicarse por entero a escribir. Tenía entonces 45 años de edad.

Comenzó imitando el estilo inconfundible de otro grande de la literatura policial: Dashiell Hammett, pero pronto descubriría que su propio estilo era muy diferente del de su antecesor (Hammett se caracterizaba por una narrativa carente de emoción, mientras Chandler era un romántico empedernido). Seco, impresionista, irónico, cínico, Chandler se sintió capaz de denunciar el modo de vida de la sociedad americana de la época, escenario en el que el dinero y el poder eran la fuerza que movía las relaciones humanas. Para ello inventó a uno de los detectives privados más conocidos después de Sherlock Holmes: Phillip Marlowe que, junto al Sam Spade de Hammett se volverían en el estereotipo del detective privado de la década del 50 del pasado siglo. 

No fue, como piensan algunos, un escritor rápido. Raymond Chandler se tomaba muy a pecho la revisión de sus textos. Su primer cuento tuvo que esperar cinco meses antes de ser terminado. Entre 1933 y el 39 escribió diecinueve relatos, los mismos que servirían de génesis a la actual novela negra norteamericana. Sabía que el crimen, la marginación y la injusticia eran las consecuencias de un estilo de vida insostenible, y trató por todos los medios de reflejarlo en su obra. En 1950 reflexionó sobre el papel que jugaba la novela policíaca en cualquier sociedad, y lo hizo en un ensayo que ha terminado por volverse clásico: El simple arte de matar. Si en el policíaco inglés lo importante era el quién cometió el crimen, Chandler demostró que en el policíaco norteamericano lo trascendente era el por qué se había cometido el mismo. Ya para entonces había escrito su primera novela.

Fue en 1939, cuando contaba con 51 años, que vio la luz El sueño eterno, un grueso volumen que tiene como protagonista al mismo detective privado de algunos de sus cuentos. Sin embargo, la crítica considera que su otra novela El largo adiós (1953) fue lo mejor de toda su producción.

Phillip Marlowe revolucionaría la imagen que hasta entonces tenían los detectives privados salidos de las letras. Tipo duro, buena persona, solitario, melancólico, escéptico, de honor, con cierta educación, tierno, cínico, desencantado de todo, un caballero moderno lo suficientemente astuto como para moverse en el lado sórdido de la ciudad Los Ángeles de la década del 30 sin sufrir heridas graves, una suerte de alter ego de su propio autor. El mismo Chandler confesaría en algún momento: “Paso por ser un escritor insensible, pero eso no tiene sentido. Es simplemente una manera de proyectar. Personalmente soy sensible y hasta tímido. A veces soy cáustico y belicoso en extremo; otras absolutamente sentimental. No soy un ser sociable porque me aburro con mucha facilidad, y el término medio nunca me satisface, ni en la gente ni en ninguna otra cosa...” 

Tras la muerte de su esposa, en 1954, Raymond Chandler se deprimió hasta el punto de aumentar su alcoholismo e intentar suicidarse en dos ocasiones. Vivió con sus gatos como única compañía hasta su muerte, ocurrida en 1959, a los 70 años de edad, dejando tras de sí una obra vastísima, notable por su realismo y regionalismo, y que no demoraría en ser adaptada a la gran pantalla con un tremendo éxito.

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